Observatorio Venezolano de Violencia realizó estudio que revela el alto riesgo del oficio de conductor en Venezuela


La inseguridad viaja tranquila en  el transporte público. Ante los altos índices de atracos, secuestro y extorsión los choferes trabajan con miedo.

Voceros del Observatorio Venezolano de Violencia (Ovv), informaron en rueda de prensa, que realizaron un estudio, entre marzo y abril de este año,  en el que el 73% del grupo de pasajeros y conductores consultados aseguró tener miedo al abordar un autobús.

El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) realizó esta investigación con apoyo del personal de cinco sedes regionales ubicadas en Bolívar (UCAB Guayana), Lara (UCLA), Región Capital (UCV), Sucre (UDO) y Táchira (UCAT). Fueron entrevistados 10 grupos focales con choferes de distintas líneas de transporte público, con el objetivo de indagar en torno a los principales problemas de inseguridad y violencia que enfrentan conductores y usuarios.

Roberto Briceño León, sociólogo y presidente del Observatorio Venezolano de Violencia,  explicó que la seguridad tiene que ver con la ciudad y su calidad. “El transporte público hace posible el encuentro entre la ciudad. El transporte es el ejercicio de la democracia. Ante estos incrementos en los delitos el oficio de chofer es una labor de alto riesgo,” sentenció Briceño.

El trabajo de investigación reveló que los pasajeros toman previsiones cuando decidir abordar un autobús, como quitarse las prendas y escoder los teléfonos.
El mapa del delito en Caracas indicó que uno de los puntos calientes en la red de transporte, es el terminal suburbano de La Urbina y las paradas de Petare. En general actúa uno y hasta cuatro delincuentes en robo a mano armada dentro de un colectivo. En cuanto a la hora de los sucesos no hay patrones recurrentes, el hampa actúa a cualquier momento del día.

Otras zonas de Caracas que son candelas es Palo Verde y Antímano.

Los choferes entrevistados coincidieron en que el principal temor que padecen es el de quedar lesionados o perder la vida. Comentaban como, día a día, muchos de ellos se despedían por las mañanas de sus familias sin tener la convicción de que regresarán con ellas al concluir su jornada, y cuánto les preocupaba, además, correr con la misma suerte de algún compañero, herido a causa de la delincuencia.

Aunado a estos sentimientos de temor y desconfianza que se padecen en el transporte público, en ocasiones se detectó la atribución de responsabilidad mutua por la comisión de delitos: los choferes endosan la culpa a los usuarios y los usuarios transfieren la responsabilidad a los choferes.

Los conductores argumentan que los pasajeros portan y exhiben objetos de valor como teléfonos inteligentes, que es lo que más buscan los delincuentes; y los usuarios afirman que los choferes se detienen en ciertas paradas peligrosas y no cierran las puertas, impidiendo que cualquier victimario ascienda y descienda del vehículo con facilidad; incluso, algunos pasajeros acusan a los transportistas de ser cómplices de los delincuentes, debido a que a ellos, en ocasiones, no los roban.

Este estudio del Ovv se desarrolló en el marco de un proyecto macro denominado Fortalecimiento de la Cultura Ciudadana sobre los derechos a la seguridad.


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